Cuando escuchamos la palabra inseguridad, es inevitable pensar en asaltos en el transporte público, robos en la calle, extorsiones hacia pequeños negocios. Lamentablemente la inseguridad pública es fenómeno que vivimos todos los días. Y tiene implicaciones más allá de la perdida de nuestros bienes materiales.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción Sobre Seguridad Pública (INVIPE), los delitos más frecuentes en México son el robo o asalto en la calle o en el transporte público y la extorsión, tal como lo podemos apreciar en la siguiente gráfica.
De acuerdo con la misma encuesta, el costo nacional estimado a consecuencia de la inseguridad y el delito es de 2,017,299.6 mil millones de pesos, el equivalente a 1.65% del PIB. Sin embargo, el costo real de estos delitos va más allá de lo que estas cifras indican.
Robo en la Calle o Transporte Público
El número de robos y asaltos que se encuentran en este rubro parecen encontrarse en una tendencia lateral desde el año 2013. En el año 2017 se estima un total de 9.6 millones de víctimas de este delito. Lo peor de todo es que según la INVIPE, el 94.1% de los robos en la calle o en el transporte público no se denuncian. La evolución del número de víctimas la podemos apreciar mejor en la siguiente gráfica.
Cuando la inseguridad se incrementa, comienza a generar miedo entre las personas. Este sentimiento de inseguridad genera pesadas cargas para los individuos afectados y sus familias. Contamina el contexto social volviéndolo un foco rojo en el cual ni las empresas ni las familias desean vivir. En este sentido, se convierte en un freno de los niveles de productividad al ser también una presión psicológica.
Por otra parte, representa mayores desembolsos para el gobierno dado que implica un mayor gasto en seguridad y salud pública lo cual provoca que el gasto no se redireccione a sectores estratégicos que incentiven el crecimiento económico y el desarrollo económico.
Extorsión
En el caso de la extorsión, los principales afectados son las pequeñas y medianas empresas que, al ser extorsionadas con derecho de piso (u otros tipos de extorsión), pierden su capacidad para invertir. De igual forma, estas optan por no buscar expandirse con el único fin de no ser extorsionadas con montos más altos.
La INVIPE menciona que el 98.2% de los casos de extorsión no se reportan a las autoridades. En la siguiente grafica podemos apreciar la evolución de las extorsiones en el país los últimos años. Podemos percatarnos de que este delito apunta a la dirección correcta, pero eso no implica que podemos quitar el dedo del renglón, sino todo lo contario.
La extorsión se convierte de este modo en uno de los principales impedimentos para el crecimiento de las pequeñas y medianas empresas. Y eso no es todo, la extorsión también afecta a la competencia económica, dado que se convierte en una barrera a la entrada para nuevos competidores.
Lamentablemente este fenómeno también afecta a los agentes económicos individuales, dado que la extorsión limita la competencia, reduce la demanda de trabajo y a su vez los salarios. En el largo plazo, la delincuencia genera que el mercado esté compuesto principalmente por pequeñas empresas que son poco productivas, convirtiéndose en un freno para el crecimiento económico.
Soluciones
Después de analizar las implicaciones de la delincuencia sobre la economía, el punto más importante es proponer soluciones. Actualmente el gobierno de la República ha aprobado el inicio de operaciones de la guardia nacional. Una institución armada que se creó con la finalidad de salvaguardar la seguridad nacional.
Por su parte, Luis de La Calle en su artículo Extorsionomics and Ideas to Leverage the Digital Revolution, propone incentivar el uso de plataformas digitales para que las empresas puedan ofrecer sus productos a un mayor mercado sin pasar por intermediarios ni canales de distribución que es una de los principales puntos en los cuales se da la extorsión.
Considero que esto no es suficiente. Desplegar una nueva institución y evitar a toda costa ser asaltados o extorsionados, no arrancara el mal de raíz. Al final del día, la incertidumbre sigue ahí, generando efectos de segundo orden. Tenemos que analizar el problema a fondo para ofrecer mejores soluciones.
Actualmente generamos muchísima información. Es momento de utilizar las herramientas que ofrece el Big Data como la detección de patrones o el reconocimiento facial para identificar las áreas de oportunidad que permitan predecir comportamientos y eventos futuros, y de esta forma, lograr disminuir la incidencia delictiva en México.