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Cuando se quiere realizar un diagnóstico de la economía de un país, el Producto Interno Bruto es la medida de referencia que la mayoría de los analistas utilizan. El PIB sólo contabiliza los bienes y servicios finales, y es considerada una forma de medir el crecimiento económico de un país; así mismo, está el PIB per cápita que nos puede dar una idea del poder adquisitivo de las personas, pero ¿realmente lo refleja?

Por ejemplo, el PIB no contempla los habitantes de un país y el PIB per cápita es un promedio que no nos indica cómo se distribuye la riqueza en una nación. De igual forma, está el hecho de que existen actividades en la economía que no mide el PIB: como el voluntario, los daños causados al medio ambiente por las actividades productivas, ni las externalidades generadas por la contaminación. El PIB sólo mide la producción de un país, pero no la calidad de su sistema educativo o de salud; al igual que mide el valor nominal de los productos, pero no su calidad (Gutiérrez, 2019).

Es común pensar que, si aumenta el PIB, el bienestar del país se fortalecerá. Por lo que considero preciso hacer la distinción de dos conceptos que suelen predominar, cuando el PIB incrementa: crecimiento y desarrollo.

El crecimiento implica el aumento cuantitativo de la renta, y del valor de los bienes y servicios finales, producidos en el sistema económico (Enríquez Pérez, 2016). Por otro lado, el desarrollo nos habla de la capacidad, de un país o región, para crear riqueza con la finalidad de promover, o mantener, el bienestar económico y social de sus habitantes (Fernández, 2016).

Basándonos en los anterior, si el PIB aumenta podemos hablar de crecimiento, pero ¿qué hay sobre el desarrollo? Ante esto, ha surgido una nueva medida denominada Índice de Desarrollo Humano (IDH). Éste es un indicador creado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, su objetivo es determinar de una forma más precisa qué tan desarrollado está un país, teniendo en cuenta: 

  • La salud de los ciudadanos: estado de los sistemas de salud, prevalencia de enfermedades y esperanza de vida al momento de nacer.
  • Educación:  se mide la tasa de alfabetización de los adultos, así como el número de personas inscritas a programas de educación primaria, media y superior. 
  • Riqueza: se usa el PIB per cápita por paridad de poder adquisitivo.

La investigación económica cuantitativa se mantiene en la constante búsqueda de índices capaces de medir qué tan saludable es una economía. A pesar de las variables macroeconómicas y de lo favorables que parezcan en cuanto a números, a la población -aunque ambiguo- le resulta más atractivo escuchar que la calidad de vida de una población ha mejorado, que conocer el aumento en puntos porcentuales del PIB.

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  1. Edgar Arenas Sánchez
    #1
    27/11/20 07:52
    Muy buen post Celeste. El PIB es importante como instrumento de medición, pero no es la mejor forma de determinar el bienestar de un país.