México se convirtió en el primer país en ratificar el nuevo acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que reemplazará al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
El Pleno del Senado ratificó el TMEC con 114 votos a favor, cuatro en contra y tres abstenciones. El documento pasará al Ejecutivo para su publicación en el Diario Oficial de la Federación y posterior promulgación. Aunque la mayoría de los integrantes de la Cámara Alta votaron a favor del acuerdo comercial que representa una derrama económica para México de aproximadamente 350,000 millones de pesos; integrantes del Partido Acción Nacional (PAN), Movimiento Ciudadano (MC), Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el senador sin partido Emilio Álvarez Icaza; apuntaron que éste no era el “mejor de los escenarios” para la ratificación.
El T-MEC, puede no ser un acuerdo comercial “hermoso” para México, según el estudio “T-MEC: Cómo se ven las cosas desde la perspectiva mexicana”, publicado este martes. Este acuerdo es un intercambio de negocio de balanzas comerciales, donde las empresas privadas de Canadá y EU mercadean sus productos, y México todavía no ha alcanzado esta madurez debido a la falta de una visión de largo plazo, siendo el que más importa por sus empresas productivas del estado.
México realmente no tiene ningún valor comercial a intercambiar y depende de lo que dicte el mercado mundial. Solo esperamos el cómo irá pero no decimos el cómo debería ir.
El predecesor, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN, con veinticinco años de antigüedad, es un acuerdo que ha acercado a las economías mexicana y estadounidense y ha convertido a las fábricas mexicanas en una parte crucial de las líneas de producción estadounidenses.
Entonces, ¿quién gana en el tratado al no generar los suficientes productos y materias dentro de México, dando como resultado la alta importación?
México requiere dejar de pensar en proteger un mercado interno, el cual es vulnerable al global. Hay que parar y tener cuidado de no quedarnos aislados en espera de la salida de la nueva tecnología que resuelva una necesidad al país y que no se vuelva problema.
Desde la perspectiva mexicana, “el reporte subvalora los elementos negativos para México”, como ganancias comerciales, efectos arancelarios y no arancelarios, desbalanceados beneficios de modernización, efectos adversos para el mercado laboral mexicano y flujos migratorios.
Por otro lado el entusiasmo del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, por el acuerdo marca un cambio completo y repentino a su prolongada oposición al libre comercio y un sorprendente giro para un político que se oponía firmemente a las políticas de libre mercado de México en el pasado.
Hace unos meses México superó a Canadá para convertirse en el principal socio comercial de Estados Unidos y en el mayor mercado para los productos estadounidenses. Alrededor de 1700 millones de dólares en bienes cruzan la frontera sur de Estados Unidos cada día en ambas direcciones.
“Consideramos que nos conviene, que es benéfico para que haya más inversión extranjera”, dijo López Obrador en ese entonces durante su conferencia matutina, y agregó que el nuevo acuerdo comercial ayudaría a crear empleos bien pagados en México.
A pesar del deseo de López Obrador de ver que el acuerdo entre en vigor, la cercana relación comercial de México con Estados Unidos también ha dejado al país gravemente vulnerable ante el enfoque volátil de Trump en torno al comercio y su disposición a usar el intercambio comercial como una ficha de negociación para obtener lo que quiere en otras áreas.
Durante el gobierno de Trump, México ha sido frecuentemente abofeteado con las exigencias del presidente estadounidense. No hay una justificación económica, en realidad se observa la aplicación de una frase ampliamente conocida en la época de la Guerra Fría: “Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses” (John Foster Dulles, secretario de Estado de Dwight Eisenhower).
Una medida como la imposición de aranceles, si bien no pone en riesgo la ratificación del T-MEC, sí haría ruido en el proceso. Trump habló negativamente del TLCAN durante su campaña en las elecciones de 2016, al amenazar con eliminar el acuerdo antes de ceder y exigir un nuevo acuerdo comercial. Sin embargo, antes de que las negociaciones incluso comenzaran, impuso aranceles a las importaciones de acero y aluminio provenientes de Canadá y México, entre otros países.
En tanto en su página OFFICE OF THE UNITED STATES TRADE REPRESENTATIVE en el apartado de USMCA (T-MEC por sus siglas en Ingles) lo describe como un gran negocio para los tres países, que resuelve las muchas deficiencias y errores en el TLCAN, solo así se podrá reunir a las tres Grandes Naciones en competencia con el resto del mundo.” Palabras del Presidente Donald J. Trump
“Tomar de rehén al TLCAN para tratar de resolver un problema migratorio no hace sentido y, además, pone en peligro lo que viene siendo la 'joya de la corona' de Trump en materia comercial”, aseguró en entrevista Kenneth Smith, exjefe de la negociación técnica de México para la renovación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN y que será sustituido por el T-MEC).
Sabemos que de cada 100 dólares de intercambio comercial de México, 66 dólares son con Canadá y Estados Unidos, esto equivale al 48 por ciento del producto interno bruto (PIB) nacional.
Canadá y Estados Unidos son fuente del 53 por ciento -el equivalente a 276 mil 501 millones de dólares- de la inversión extranjera directa (IED) que México ha recibido desde 1994 al primer semestre de 2017. Estados Unidos es el principal inversionista de México (46 por ciento) y Canadá el cuarto más importante.
Pero, un tratado de esta magnitud ¿dará el beneficio que tanto se espera o será simplemente un impulso para nuestros vecinos y un estancamiento a nuestra economía?