El pasado 9 de febrero la empresa calificadora internacional Moody’s publicó la baja de la calificación de Pemex a B3 de un B1, esto es una rebaja más por parte de una de las calificadoras de riesgo más importantes a nivel mundial junto con Fitch R y S&P, donde el día de hoy se hizo notar la respuesta por parte de los mercados al caer los bonos de la petrolera, tanto los de vencimiento en este año como los de 2023 de manera sustancial.
Estrategia errónea
Pese a que la estrategia explicita de esta administración es la de la autosuficiencia energética, en la cual se busca no depender de las importaciones de combustibles, empleando como estrategia la compra y construcción de refinerías, la realidad es que esta no ha funcionado.
Es sabido que el petróleo extraído por Pemex es de alta densidad lo que complica la refinación, por lo cual no es tan conveniente e incluso no es posible utilizar la mezcla mexicana para refinado y la importación de crudo es inevitable.
Es importante mencionar que Pemex esta compuesta de siete subsidiarias, es decir siete sub empresas dedicadas a distintos ramos, donde las dos principales son Pemex Exploración y Producción, y Pemex Transformación Industrial, esta última dedicada a la refinación es la única de las siete que ha reportado pérdidas de enero a septiembre de 2023.
¿Qué implicaciones tiene la baja de calificación?
Muchos no recuerdan, pero Pemex es la empresa petrolera más endeudada del mundo con más de 106 mil millones de dólares, alrededor del 8% del PIB de México y poco menos del total de los ingresos fiscales correspondientes al 2023.
Al tener una baja en su calificación por cualquiera de las calificadoras de riesgo más importantes, aumenta el precio de la deuda futura, es decir que el poder refinanciar la deuda existente se debe pagar más por concepto de intereses, incluso por los ya adquiridos.
También es importante recalcar que la calificadora contempla que si el Gobierno de México tiene una baja en su calificación (algo muy probable por la situación fiscal para 2024), la petrolera sufriría una reducción nuevamente, cayendo a niveles de “Ccc” con riesgo elevado de incumplimiento, agravando aún más el estatus.
¿Qué se espera para el futuro de Pemex?
La interrelación de Pemex con el gobierno es prácticamente inseparable, ya que si la petrolera sigue “con vida” es debido a las diversas inyecciones financieras por parte de este último, el apoyo requerido es considerado como bastante alto ya que la petrolera no logra ser una empresa sostenible financieramente, sin embargo, el apoyo que recibirá este año será menor (pasando de “muy alto” a “alto”).
Cabe recalcar que para este año el déficit gubernamental será el mayor en 31 años, con incrementos sustanciales en el gasto público, especialmente en gasto corriente, gasto que no genera mayor producción futura como lo es el gasto de capital o de infraestructura, algo no tan bien visto por Moody’s, “este deterioro se prevé que surja de un aumento material del déficit, impulsado por el gasto social”.
Las condiciones son complicadas para la petrolera y la próxima administración que tomé el poder a finales de este año, donde sino se revierte la estrategia y se sigue manteniendo la actual fallida, el default financiero y el contagio para la calificación soberana, la salud de la economía mexicana en detrimento sería inminente.
Anteriormente en la reforma energética de 2013 se intento dar entrada a privados internacionales para compartir riesgos, contratos mediante dividendos compartidos llamados “farmouts” en el cual era un ganar- ganar, por ambas partes, sin embargo, desde la entrada del actual presidente, se decidió elegir una estrategia de soberanía energética con la cual se buscaba hacer todo sin compartir y sin ayuda.
Además, es necesario mencionar que la calificación de Pemex ha ido en detrimento cada vez más y las calificadoras han concluido básicamente con los mismos diagnósticos, esta administración tomó a la petrolera con “A3” y ahora está cerca de pasar a niveles “C”.