El debate iniciaba con el moderador designado por The Economist, en este caso fue Callum Williams. Esto sucedía el 07 de agosto, y hacía un comentario con el cual se debía de desglosar el debate entre los encargados de defender cada postura. Su participación dictaba en transmitir la sensación de la mayoría, y es el pensar que el capitalismo no está funcionando como debería.
Esta sensación la acompañaba con realidades pertinentes, como el nulo crecimiento a nivel real de los salarios en múltiples países de corte capitalista en la última década, mientras que la clase rica aparenta estarse llevando todas las ganancias del mercado. Y, acompañando lo que explicó Barry Lynn en su entrevista acerca del Status Quo, el factor común que explica estos detalles es el gran poder de mercado que tienen ciertas empresas.
Callum daba la bienvenida a Jason Furman, encargado de dar los argumentos iniciales de la postura a favor detrás de la tesis que afirma que el sistema capitalista favorece a las élites. Jason es profesor de economía política en el Harvard Kennedy School, aunado a ocho años como uno de los principales consejeros económicos de Barack Obama.
Su argumento se expresa a través de una metáfora, igualando al mercado y sus circunstancias con respecto a un casino. ¿Es normal que en un casino el 1% de la gente se lleve el 20% de las ganancias? Al principio se puede entender como algo dentro de lo habitual, el talento no se distribuye igual, y hay gente más afortunada que otra. Pero al investigar descubres que hace cuarenta años, ese mismo 1% se llevaba sólo el 10%, ¿su talento o su suerte ha cambiado tan radicalmente? ¿Y al ver que otros casinos alrededor del mundo ese 1% sólo obtiene entre el 9-14%?
En un casino puedes sospechar qué está arreglado de muchas maneras para el beneficio de unos, esto ocurre de forma similar en la economía americana al tildar de afortunadas a las élites de la alta sociedad.
Jason Furman deja de lado su metáfora para entrar a fondo con el respaldo a su tesis. Define que sistemáticamente se benefician a los ricos y poderosos del país, y esto inicia incluso al nacer. En Estados Unidos, una quinta parte de los niños entre cuatro y cinco años no van a la escuela; e incluso si van a la escuela no mejora mucho la situación. El gasto público destinado a cada niño en una zona rica va de $28,000 mientras que en una zona pobre es de $8,000. El sistema prefiere fondear primero las zonas ricas y urbanas, perpetuando la inequidad. Un sistema que intencionalmente prepara diferente a su juventud según su clase social debería considerarse como arreglado, afirma Furman.
Y el punto crucial es el entorno en el que se acompañan los jóvenes, él se remonta a lo observado por Adam Smith hace 250 años, afirmando que gente de la misma clase social se acaba conociendo hacia lo público. Entre menos negocios estén dentro del mismo ámbito o contexto, más sencillo será para el resto el coludir, ya sea tácitamente o explícitamente. En ciertas industrias esto pudiese verse como un resultado natural, pero es difícil no ver el apoyo gubernamental a través de protecciones a la propiedad intelectual que acaba por reforzar el poderío de empresas monopólicas.
La siguiente publicación contará con el final de la aportación de Jason Furman, al igual que el inicio de la participación de la postura en contra.
David Abraham Ruiz Ruiz
Licenciado en Finanzas por la Universidad de Sonora
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