La transformación del sistema mundial y mexicano en las últimas décadas es innegable, los avances tecnológicos, de medios de comunicación y de eficiencia en procesos productivos han sido resultado de la apertura de fronteras, pero también lo ha sido el incremento de abusos y acumulación de riquezas de los grandes magnates mundiales.
La globalización se expresa en gran manera como bloques, ello ha sucedido en Sudamérica con Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, mientras que en la Unión Europea es otro bloque, posiblemente el más envidiable, por la calidad de vida de muchos de sus habitantes. Mientras que América del Norte es otro bloque que ha funcionado con una vinculación más estrecha desde la formalización del TLCAN, con la excepción de China, que es fundamental en la mayoría de estos bloques.
Esta visión ha sido una de las más peleadas, específicamente en México se tuvieron enormes enfrentamientos cuando se encontraba en la antesala que entrara en vigor el TLCAN, y hasta el momento la lucha de opiniones que se contrastan a visiones de país encontradas en periodos diferentes de la historia de la humanidad.
Esta transformación de carácter económico y comercial tuvo su influencia en el aspecto cultural, muchos sintiéndose en la necesidad de abrazar esa idea, y otros rechazándole y queriendo priorizar el consumo local, fortalecer el mercado interno, ver primero por lo que se ha desprotegido en México. Hay encontronazos muy duros con respecto a estas ideas, ello provocó movimientos en contra de esta integración como lo fue el Brexit en Reino Unido, o la elección de Donald Trump, esta ala de carácter nacionalista está volando muy alto, y mucho tiene que ver con esta visión que muchos comparten.
Dicha integración conllevó a una migración importante entre los países, cosa que los nacionalistas han despreciado porque se sintieron invadidos, y ante la necesidad de proteger lo que alguna vez conocieron, votaron por quien les ofrece volver al pasado, por quien les garantiza que su hogar será restaurado y quienes vinieron a “invadir” serán echados.
Somos testigos de un hecho que temimos cuando se declaró candidato presidencial, y estos embates en contra de quienes presumíamos ser aliados son señales que el intento a regresar al pasado está presente. El combate de aranceles de diversos países en contra de Estados Unidos, entre ellos México, es sólo síntoma de la enorme dificultad que es manejar a un sujeto con diagnóstico y políticas equivocadas sentado en el escritorio presidencial de una de las economías más grandes e influyentes del mundo.
Make America Great Again es la línea que corrobora el intento de regresar al pasado, aunque nunca especifica cuál periodo de la historia. ¿Aquel con una economía más cerrada, el que tenía a las mujeres sin votar o que tenía a Martín Luther King luchando porque hubiese derechos civiles? Trump es un personaje que rompe los paradigmas actuales, y ante tal integración económica que hay entre México y Estados Unidos, sus delirios acaban por convertirse en nuestros problemas.
El fenómeno de lucha de épocas se ha manifestado en México también, luego de estas fragilidades por el exterior se ha expresado la necesidad de reforzar lo interior. En esta época electoral se han pronunciado por diversos conceptos de carácter nacionalista, tomando el mismo ejemplo de lo que hicieron en otros países, convirtiéndonos en espejo del resto de países que están luchando en contra de esta última transformación. “La mejor política exterior es la política interior” es la frase característica de esto, lo cual alimenta esta idea del México autosuficiente, del México independiente, del México no perjudicado por las enfermedades y fallas de los mercados internacionales.
¿Esto funciona? Dejaremos este debate para otra columna.
David Abraham Ruiz Ruiz
Licenciado en Finanzas por la Universidad de Sonora
Correo: [email protected]
Twitter: @Ruiz4D
Linkedin: https://mx.linkedin.com/in/david-abraham-ruiz-ruiz-000a86b2
