En últimas semanas hemos sido testigos de una serie de declaraciones, que de inicio provienen del presidente de los Estados Unidos Donald Trump, referentes a imposiciones arancelarias que ponen en riesgo el libre mercado, así como la inercia de dicho fenómeno económico. Los mencionados efectos impositivos comienzan a impactar de una manera negativa en los mercados financieros en el corto plazo, y de continuar avanzando afectarán de manera global en el mediano y largo plazo. Para muchos analistas, se podría iniciar un periodo de recesión durante una etapa de pleno crecimiento a nivel mundial, poniendo relevancia en las economías de primer mundo que de alguna manera impulsan a los tercermundistas en dicho desarrollo a través de la concatenación de ciclos operativos y economías a escala.
Pero, ¿Por qué habría de preocuparnos el inicio de una guerra comercial?
En el corto plazo, como ya lo habíamos mencionado, ha tenido repercusión inmediata en los mercados accionarios. La incertidumbre y disminución de confianza en las empresas por parte de los inversionistas se comienza a observar con un rally bajista de los principales índices de referencia de E.E.U.U. como lo son el índice NASDAQ, DOW JONES y S & P 500, ¿Y por qué tomamos como referencia dichos índices?, simplemente por que, hasta el día de hoy, Estados Unidos es la economía más importante del mundo, si hay una recesión en E.E.U.U., las economías a nivel global y las naciones que, hasta cierta manera dependientes como México, lo resentirán.
Gráfico del S&P 500, Fuente TRADING VIEW.
Dicha disminución de precios del mercado de valores afecta en diversas medidas; existe fuga de capitales de inversión en cartera; las empresas pierden capitalización de mercado lo que afecta sus expectativas e ingresos patrimoniales de los accionistas; el sistema pensionario sufre fuertes minusvalías, lo que impacta en los fondos de retiro de los trabajadores; y la expectativa de crecimiento en general disminuye, lo que en largo plazo afectará en mayor medida en las variables macroeconómicas y sus habitantes.
¿Y que pasa con el largo plazo?
En el mediano y largo plazo es donde viene el problema mayor. Hasta el momento las variables macroeconómicas que ha presentado Estados Unidos, con el objetivo de colocar un contexto, han sido positivas. El empleo esta en crecimiento por lo que la tasa de desempleo se encuentra disminuyendo, el consumo personal se registra como creciente, el PIB se encuentra en niveles moderados, la tasa de inflación en ligero crecimiento aunque controlada, las tasas de interés a la alza con un sesgo de mayor crecimiento lo que no implica un riesgo país y el costo del dinero aún no se percibe como muy elevado, la confianza del consumidor en buenos niveles, entre otras variables. Tan solo podemos echar un vistazo a la gráfica de la confianza del consumidor para observar su tendencia creciente.
Confianza del consumidor a 5 años, fuente Investing.
Como podemos observar, existen buenos indicadores económicos, pero volviendo al cuestionamiento que nos atañe ¿Cómo afectaría la guerra comercial en el largo plazo?, lo mencionamos. En el largo plazo, un impacto impositivo arancelario en el comercio exterior afectaría en gran medida; el imponer aranceles a gran cantidad de productos afecta a la relación comercial entre las empresas, sí la relación continua y se realizan las transacciones de compra-venta, se encarecerían los productos en los mercados internos, lo que comenzaría a presionar a una elevación de inflación por tema de costos, y no por la ley de oferta y demanda. Lo anterior hablando en el mejor de los casos, con el supuesto de que continúen las relaciones de libre mercado; en otro escenario, simplemente se frenarían las transacciones comerciales entre empresas, lo que disminuiría las ventas e ingresos de las compañías, y esto a su vez, presionaría a la disminución de costos de producción y muy posiblemente despidos de personal; al impactar negativamente en el empleo, el consumo interno también se vería afectado, lo que seguiría afectando a los ingresos de las empresas y se continuaría este circulo vicioso de menor empleo y menor consumo; el PIB se ve afectado en dicho fenómeno al reducir niveles de producción; y regresando a los mercados accionarios, después de emitirse reportes trimestrales por debajo de las previsiones, se ilustraría el comienzo de la recesión.
¿Existe solución al problema de guerra comercial?
Como tal, el sistema capitalista es un sistema cíclico, después de un crecimiento viene un auge, después de un auge viene un decrecimiento que puede definirse como recesión, o peor aún, una depresión, después de un periodo negativo viene un crecimiento y así se regresa al ciclo. El problema aquí es que la implicación impositiva de aranceles se esta efectuando en un momento de crecimiento, lo que rompe el ciclo natural del capitalismo.
Lo que las naciones afectadas deben realizar es un replanteamiento de conexiones de comercio exterior. México, por poner un ejemplo, depende en demasía de la relación de comercio internacional con E.E.U.U., su trabajo esta en colocar sus productos en las economías donde se pueda demandar el potencial productivo y viceversa. La diversificación es clave en dicha gestión, ya que se aprendería del histórico y no se dependería en tal grado de una sola nación. Se debe de impulsar a la empresa nacional, con cierto nivel “sano” de proteccionismo, para que de esta manera se vuelva competitiva la oferta nacional a nivel interno y externo.
El presidente norteamericano Donald Trump, es un personaje radical que busca en el nacionalismo un factor de crecimiento potencial, sus declaraciones son extremas, pero son una realidad. Podríamos esperar que se retracte y todo siga con la inercia actual de crecimiento, o podemos crear estrategias de acción y previsión con el objetivo de tomar como oportunidad un momento de incertidumbre y riesgo.