En los últimos días, los principales Bancos Centrales (BCs) en el mundo comunicaron sus más recientes veredictos en materia de política monetaria: mantener los niveles en sus tasas de interés de referencia ante el enfriamiento de la inflación y su inminente convergencia hacia sus objetivos. Debido a esto, los expertos en materia económica esperan que la era de las restricciones monetarias lleguen a su fin y comiencen las “bajadas” en estas tasas de interés para el próximo año. Entonces, un término se pondrá nuevamente en boga hacia finales del 2024 e inicios de 2025, ceteris paribus: la postura acomodaticia en la política monetaria.
Teóricamente, la postura acomodaticia consiste en aumentar la oferta monetaria, la cantidad de dinero circulando en la economía, conforme a la demanda de dinero y al ingreso nacional. Para alcanzar este propósito, los BCs adoptan ciertas medidas para fomentar una mayor cantidad de dinero disponible, principalmente bajar y mantener las tasas en estos niveles inferiores durante cierto tiempo. A esta postura, también, se le conoce como política monetaria laxa debido a que tasas de interés bajas son sinónimo un relajamiento en las medidas monetarias de los BCs, cuestión contraria al endurecimiento del cuál hemos sido testigos recientemente.
En la realidad, el propósito de esta postura es que las economías no “pierdan gas” y se fomente el crecimiento económico a través de la oferta monetaria. Una mayor disponibilidad de dinero implica que los créditos son más “baratos” o, como se ha citado recurrentemente en el argot económico, hay un entorno de “dinero barato” propiciado por las caídas en las tasas. Por tanto, se tiende a alentar el gasto de los consumidores y la inversión. En este tenor, el análisis del timing o el momento en el cuál los BCs van a implementar esta postura es vital para conducir a sus economías hacia un buen puerto.
Ahora, ¿qué factores se analizan para determinar el “mejor momento” de aplicar una política monetaria de estas características? 1) Inflación por debajo del objetivo. Si la inflación está por debajo del objetivo del gobierno del 2%, aplicarán una política más acomodaticia para permitir que la inflación aumente y permita un mayor crecimiento. 2) Alto desempleo. En un período de alto desempleo con demanda deficiente, los BCs estarán interesado en aumentar la demanda en la economía para crear más empleo. 3) Recesión/crecimiento negativo. En una recesión, la política monetaria debe ser acomodaticia para impulsar el gasto.
Retomando lo citado en la introducción, ¿Por qué después y no ahora? Por lo menos para la principal economía del mundo, Estados Unidos, la Reserva Federal (FED) ha mantenido esta discusión alejada ya que su economía se ha portado de manera resiliente ante un clima de endurecimiento en términos monetarios, hay crecimiento y no hay un alto desempleo. Asimismo, tampoco se ha alcanzado el objetivo del 2% de su política monetaria. Para el caso de la Unión Europea, existe una encrucijada ya que las principales economías del bloque no han mantenido un buen desempeño económico en los últimos meses, y el Banco Central Europeo (BCE) aún está priorizando enfriar la inflación. Posiblemente, el siguiente año se den ocasiones más propicias para esta postura monetaria.
Paradojicamente, la única economía importante en donde se están aplicando medidas de este corte es en China, ya que están enfrentando un escenario deflacionario. Los últimos datos de inflación - noviembre de 2023- revelaron que la deflación se acentuó, principalmente causada por el desplome del mercado inmobiliario y el consumo: tanto los índices de precios del consumidor como del productor han presentado descensos importantes. Ante esta situación, se espera que el Banco Popular de China, su BC, apliqué más medidas laxas como un revulsivo ante el paupérrimo desempeño inflacionario.
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