Continuando con la revisión de “El pequeño libro para invertir con sentido común: el mejor método para garantizar la rentabilidad en bolsa”, John Clifton Bogle esgrime otros argumentos importantes que sostienen su posición central de que la gestión pasiva y la inversión en fondos indexados son la apuesta ganadora y garantizada para los inversores. El primero de ellos es explicar las dificultades de invertir con miras en superar los rendimientos de un índice o benchmark específico. El autor señala que un rendimiento superior consistente es poco común y es difícil mantener el buen desempeño debido a la aleatoriedad del mercado y otros factores impredecibles como las condiciones económicas, tasas de interés, sentimiento de mercado y eventos catastróficos. Para reforzar este punto, el autor señala que entre 1970 a 2005, sólo 24 fondos en el mundo “vencieron” al mercado y obtuvieron rendimientos superiores al 1%.
Asimismo, aquellos que prefieren la gestión activa deben estar conscientes de que van a seguir un camino sinuoso: Bogle enfatiza que, incluso, los asesores y expertos financieros profesionales tienen dificultades para identificar los fondos ganadores, tomando en cuenta la naturaleza compleja e impredecible del mercado. Así, el autor hace un llamado a los inversores a no confiar plenamente en los asesores financieros, sobre todo aquellos que garanticen invertir en fondos sin pérdidas. En este sentido, existen algunos comportamientos que asesores siguen y afectan las inversiones. El primero de ellos es creer que los rendimientos presentes garantizan el éxito futuro y los patrones ganadores se repiten, cuestión que no ocurre. Segundo, el hecho de perseguir y adquirir fondos “calientes”, aquellos que muestran un buen comportamiento reciente, ya que conlleva a comprar caro y vender barato en el largo plazo. Y tercero, las altas rotaciones en los activos de los fondos, relacionado con el punto anterior, que implican pagar más impuestos y otros gastos explicados en el artículo anterior.
Otro punto importante que Bogle trae a la luz es que las rentabilidades reportadas por los fondos de inversión no son las que ganan los clientes en la realidad, por lo que hay que poner atención a la hora de invertir en ellos. ¿A qué se debe esto? Los costos asociados a las inversiones son los principales responsables de obtener menores rendimientos a los reportados oficialmente. Por ello, es indispensable preguntar e indagar sobre estos costos. El autor pone como un ejemplo que el inversor medio en fondos, en el pasado cuarto de siglo, obtuvo una rentabilidad del 7.3%, cifra inferior al 10% reportada en el comunicado del fondo medio. Aquí, el factor clave es tomar decisiones con base en ambos lados de la ecuación: ganancias y gastos. También, las emociones son un freno para los inversores y un aliciente para los fondos de inversión: los “impulsos” para ver ganancias inmediatas son contraproducentes para las inversiones ya que impulsan la mayor rotación de activos y no se minimizan los gastos; en cambio, los fondos obtienen mayores ganancias ante este comportamiento.
Por otra parte, hay dos conceptos clave en esta obra que los individuos deben tener presente cuando invierten en fondos: reversión a la media (RAM) y la navaja de Ockham. Con respecto al primero, la RAM se define como el patrón donde el valor se mantiene en una trayectoria media en el largo plazo sin importar si el valor está por debajo o por encima en el corto plazo. En términos de este material, el valor de los fondos tiende a volver a su valor medio en el largo plazo, sin importar que “superen” al mercado en el corto plazo. El autor advierte que elegir fondos en función a su gran desempeño en el corto plazo es arriesgado, y que las rentabilidades obtenidas son iguales o se quedan cortas en el largo plazo en comparación con el mercado. Ahora, con relación al segundo, el escolástico Guillermo de Ockham señala que «en igualdad de condiciones, la explicación más simple suele ser la más probable». En el caso de este libro, consiste en adquirir una cartera de activos financieros y mantenerla por un largo tiempo. Para Bogle, poseer en el largo plazo es un juego de ganadores, y batir el mercado uno de perdedores.
Finalmente, el consejo más importante de este libro es invertir en fondos indexados clásicos de bajo costo y mantener estas inversiones en el largo plazo. En cambio, otros fondos indexados son tentadores, pero potencialmente perjudiciales, de acuerdo con este autor. El primero de ellos, producto de la ingeniería financiera, son los fondos indexados fundamentales que buscan batir al mercado, a partir de novedosos métodos para elegir el porcentaje de cada uno de los activos financieros en la cartera. Bajo el principio de que la mitad de los valores de cartera están sobrevalorada y la otra infravalorada, persiguen valores que inclinen la balanza hacia el lado favorable, con oportunidades de crecimiento. Sin embargo, el riesgo está asociado a la aleatoriedad y otros factores impredecibles. El segundo es conocido como ETF, o fondos cotizados en Bolsa, son fondos de inversión que se negocian en bolsas de valores, de forma similar a las acciones individuales (acción con pedazos de acciones). Bogle reconoce que pueden superar a los fondos indexados tradicionales al tener menores costos asociados a la inversión; sin embargo, las comisiones adicionales y la capacidad de negociarlos a cualquier hora son dos factores que pueden afectar los rendimientos.
Con esto concluye el recorrido por una de las obras más celebres de John Bogle y un clásico de la literatura financiera, con enseñanzas y consejos para principiantes y expertos. Este libro es una excelente introducción para aquellos interesados en comenzar en el mundo de las inversiones, aunque cabe señalar que carece de elementos más prácticos, por lo que es necesario consultar otros materiales relacionados con fondos indexados y gestión pasiva.