En el artículo anterior, se abordaron algunos aspectos básicos sobre el tipo de cambio desde una perspectiva económica, entre ellos su definición, su inserción en un régimen cambiario, su relación con otros agregados económicos, su complementariedad con las políticas económicas, y la oferta/demanda de divisas. Ahora, toca el turno para tocar otros temas que gravitan en torno al tipo de cambio, una variable de amplia relevancia en el contexto de una economía de mercado. Teóricamente, el régimen cambiario flexible opera en la mayor parte de las economías. En este tenor, los gobiernos ya no fijan los precios, y la batuta ha pasado a la oferta y demanda: en términos generales, no hay injerencia gubernamental, y ahora es la “mano invisible”[1] la que determina los tipos de cambio en el mercado de divisas.
En la realidad, ¿el régimen cambiario es completamente flexible? La respuesta es no, ya que, se presentan algunos lapsos donde el Banco Central (BC) emprende ciertas acciones para intervenir en el mercado y, por consiguiente, afectar el valor del tipo de cambio. Hasta aquí, vale la pena diferenciar entre fijar e intervenir. Por un lado, fijar implica que un ente dicta el/los valores de cambio de una moneda local por una divisa: un ejemplo, el gobierno mexicano, vía banco central, estableciendo el valor MXP/USD en otros regímenes cambiarios de décadas anteriores[2]. Por el contrario, intervenir alude a la aplicación de cualquier medida monetaria por parte del BC para conducir su valor hacia el alza o la baja. En este sentido, la intervención en el mercado de divisas es una herramienta que se orienta a la estabilización de los tipos de cambio en el corto plazo, especialmente ante eventos económicos importantes que detone la especulación y, por consiguiente, compraventa masiva de divisas.
En el argot económico, el régimen cambiario flexible, también conocido como de libre flotación, se clasifica en flotación limpia y flotación sucia. En ambos casos, la base en la determinación del precio de una divisa en moneda local se sustenta en la oferta y la demanda de divisas, tema que ya ha sido desarrollado en la publicación anterior. Por una parte, la flotación limpia[3] posee los siguientes atributos: 1) el BC, o autoridad monetaria, anuncia anticipadamente las medidas de intervención que afectarán al mercado cambiario, 2) estas intervenciones son esporádicas y aplicables en escenarios de alta volatilidad[4], 3) las reservas del BC se preservar en niveles estables, y 4) el gobierno no instruye a las empresas privadas a comprar/vender divisas en el mercado cambiario. Por otro lado, la flotación sucia, también conocida como flotación controlada, comprende lo siguiente: 1) la autoridad monetaria toma medidas de forma inmediata y la intervención no es anunciada a los participantes económicos, 2) estas intervenciones son recurrentes y se orientan a alcanzar propósitos económicos específicos, sin importar la volatilidad, 3) las reservas del BC fluctúan en el tiempo, y 4) el gobierno ordena a las compañías privadas a comprar/vender divisas en el mercado cambiario.
Específicamente, ¿Cuáles son las medidas en materia de intervención? La más popular es la compraventa de divisas entre el BC y las entidades financieras[5]. La venta de divisas por el BC es aplicable en escenarios de depreciación considerable[6] del tipo de cambio, una situación más frecuente en economías emergentes: esto lleva a una reducción en las reservas del BC. Ejemplo, la venta de dólares vía subastas, por parte del Banco de México, cuando hay una depreciación diaria mayor al 2%. Por otra parte, la compra de divisas por el BC es pertinente en casos de apreciación considerable del tipo de cambio: esta situación es más característica en economías que ocasionalmente aplican la flotación sucia, como Turquía, y las reservas del BC aumentan. Cabe recalcar que se emplea el tipo de cambio spot, que es el valor al contado, al presente inmediato. Otra medida, con un uso más reciente, es la compraventa de derivados[7], principalmente forwards, conocida como coberturas cambiarias. Un forward es un contrato donde se pacta el tipo de cambio futuro a comprar/pagar, el plazo, y la forma de entrega. Al final del día, los objetivos de estos contratos son otorgar mayor certeza en el precio de las divisas en moneda local en un periodo próximo, y pagar/recibir, dinero en moneda local, al final del plazo. A pesar de ello, estos derivados no deberán ser utilizados en un entorno de alto riesgo de convertibilidad, o donde el gobierno prohíba la venta de divisas, ya que los participantes económicos no podrán liquidarlos. Ejemplo, las coberturas cambiarias entre el Banco de México y las instituciones financieras implementadas desde 2017.
Aunado a esto, existe otro enfoque en el estudio del tipo de cambio, que está relacionado con la capacidad de compra de bienes y servicios: el tipo de cambio es analizado en conjunto con otra variable macroeconómica, la inflación. Este nexo conduce a clasificar al tipo de cambio en nominal y real. En el caso del tipo de cambio nominal, el precio es equivalente al tipo de cambio de equilibrio en el mercado de divisas. En este punto, no hay excedente ni escasez de divisas. En la realidad, una aproximación corresponde al precio que publica periódicamente la autoridad monetaria, basado en el promedio de las cotizaciones hechas en el mercado cambiario. Asimismo, la información sobre las necesidades de cambio de monedas nacionales por extranjeras fluye de manera continua, lo que permite el ajuste continuo de las curvas de oferta y demanda de monedas extranjeras en su nivel de equilibrio. El tipo de cambio nominal refleja meramente el intercambio de moneda local por divisa. En contraparte, el tipo de cambio real incorpora el nivel general de precios (IPC) de dos economías. El valor de este tipo de cambio se obtiene al dividir el IPC extranjero entre el IPC nacional y multiplicando por el tipo de cambio nominal. Este resultado refleja el valor de intercambio de moneda nacional por moneda extranjera, tomando el mercado de bienes como referencia. Como acotación, el tipo de cambio real es una aproximación, al igual que el tipo de cambio nominal, ya que, en este caso, la canasta de bienes y servicios bajo las cuales se construyen los IPCs varían entre países, por lo que hay que tener cautela. La fórmula es la siguiente:
Ahora, el tipo de cambio nominal y real, comparados entre sí, dan luz sobre dos conceptos económicos clave: la sobrevaluación y la subvaluación. Por un lado, la sobrevaluación se presenta cuando el tipo de cambio nominal está por encima del tipo de cambio real. Entonces, este escenario se interpreta como una fortaleza de la moneda local, o que, realmente, se requieren menos unidades monetarias para comprar una divisa. Por ende, las importaciones resultan más atractivas, principalmente para las empresas locales que requieren insumos y maquinaria importada. En contraparte, la subvaluación ocurre cuando el tipo de cambio nominal está por debajo del tipo de cambio real. En consecuencia, se presenta un panorama de debilidad de la moneda local, y, en realidad, una mayor cantidad de unidades monetarias se requieren para adquirir una divisa: esto favorece a las empresas extranjeras, ya que obtienen más bienes y servicios intermedios y finales por sus divisas. Cabe aclarar que este estudio comparativo debe basarse en varios periodos, generalmente cifras históricas de varios años, para tener una noción más clara de la trayectoria de la sobrevaluación/subvaluación, y si hay posibilidad de un cambio en la tendencia, como en el caso del análisis técnico.
Hasta aquí, se han examinado los principales puntos del tipo de cambio en el contexto de un régimen flexible. Asimismo, hay otros regímenes cambiarios adoptados por algunas economías, que coexisten en un entorno de economía de mercado. En primer lugar, la caja de conversión. El gobierno, a través de la autoridad monetaria no independiente, establece un nivel en el tipo de cambio, y se encarga de mantener este precio con ayuda de sus reservas. Las principales ventajas son: 1) certeza y compromiso en la convertibilidad y el nivel de cambio, 2) protección ante la especulación, 3) elevar la disciplina monetaria. Las principales desventajas son: 1) Dificultades para mantener las reservas y garantizar la convertibilidad ante crisis de gran envergadura, 2) reducción considerable o agotamiento en las reservas por ajuste en la balanza de pagos, si hay shocks de gran magnitud. Ejemplo, la caja de convertibilidad adoptada en Argentina durante la década de 1990. En segundo término, la adopción de una moneda, o también conocida como dolarización, ya que el país adopta el dólar como moneda local. Este régimen se adopta cuando la autoridad central de un país pierde credibilidad, y carece de fondos para estabilizar el tipo de cambio. Las principales ventajas son: 1) estabilidad económica, 2) inflación estable, 3) fortalecimiento del sector financiero por aumento en credibilidad y disciplina financiera. Las principales desventajas son: 1) perdida de independencia política monetaria, 2) pérdida de emisión de moneda propia. Ejemplos, Ecuador, Panamá y El Salvador, han adoptado al dólar como su moneda local para reforzar la credibilidad de sus economías.
En lo que respecta a los regímenes citados en el párrafo anterior, ambos son considerados como fijos ya que se limitan a cumplir con el compromiso de la autoridad monetaria de orientar sus esfuerzos a mantener la estabilidad cambiaria. Por tanto, estos regímenes se observan en las economías consideradas como emergentes. Por otro lado, existe un régimen, que se ubica entre los flexibles y rígidos, denominado como bandas cambiarias. Aquí, la autoridad monetaria establece límites en los cuáles debe ubicarse el tipo de cambio, denominados techo y piso de flotación, generalmente del 5% de cada lado de la paridad cambiaria. Cuando el tipo de cambio cruza cualquiera de las bandas, el BC debe vender o comprar divisas para subir o bajar el tipo de cambio. Este esquema es semirrígido ya que la oferta y demanda opera con cierta libertad, pero hay un compromiso del BC en mantenerlo dentro de los limites señalados. Las principales ventajas son: 1) certidumbre en el tipo de cambio, 2) reducir el riesgo de salida masiva de capitales, 3) flexibilidad en la política monetaria, o su uso como herramienta para mantener la inflación en niveles estables, Las principales desventajas son: 1) la reducción de las reservas antes shocks económicos. 2) devaluación de la moneda para ajustar los niveles de las bandas. Con esto, se concluye con el recorrido de los principales conceptos que están relacionados con tipo de cambio, desde una perspectiva económica.
Notas a pie de página:
[1] Una metáfora para referirse a que las fuerzas de la oferta y demanda ayudan a alcanzar el equilibrio en una economía y fijar los precios sin fricciones.
[2] La autonomía reciente de los Bancos Centrales supone que el gobierno ya no les da instrucciones para aplicar ciertas medidas en materia monetaria.
[3] En la teoría, la flotación limpia está completamente libre de intervención del Banco Central; sin embargo, en la práctica, la intervención es factible, aunque mínima.
[4] Cambios pronunciados en el tipo de cambio por las condiciones económicas adversas.
[5] Específicamente, la compraventa se efectúa por medio de subastas diarias o extraordinarias, convocadas por el Banco Central.
[6] Cada Banco Central establece los límites diarios de variación en donde es necesario intervenir.
[7] También operan mediante subastas programadas.