En México existen más de 50 millones de personas en condiciones de pobreza, casi 30 millones trabajan en la informalidad, esto genera que el sistema bancario tradicional no permita la entrada de estas personas, sumando a la poca inclusión financiera que existe.
Ahora bien, en el entendido de que el sistema bancario de un país es determinante para un desarrollo económico más próspero, se tiene que hacer la pregunta que obliga a la realidad mexicana: ¿Qué pasa con aquellas personas que no tiene acceso al sistema formal? ¿Si desean emprender, a quién acuden para obtener recursos financieros?
Actualmente, en el país existen 47 bancos, siete de ellos controlan el 79 % de los activos bancarios (Clavellina Miller, J.L., 2013), es decir que hay poca competencia y por lo tanto los beneficiados son pocos. Las personas que no pueden contar con estas entidades acuden a las microfinancieras, estas funcionan como reemplazo del sistema bancario tradicional, ya que tienen una manera completamente distinta de operar. Los productos financieros que ofrecen están pensados para aquellas personas que prefieren hacer pagos pequeños, pero a mayor plazo. Todo va bien hasta que se analizan las tasas de interés que pagan estas personas, para tener una idea: Provident México, que es una microfinanciera, ofrece un préstamo personal de $2,000 a $10,000 con un CAT del 713.30 %, Independencia ofrece un crédito a mamás de $2,000 con un CAT de 462.62 % y Compartamos Banco en su crédito Alianza Compartamos ofrece uno de $5,000 con un CAT de 213.80 %. Estas tasas son sorprendentes y casi inexplicables, pero tiene una razón de ser.
Las microfinancieras tienen que desarrollar una relación más personal con las personas que reciben sus servicios y tienen que gastar más en el proceso de investigación para la otorgación de un crédito. Para comprender mejor es necesario un ejemplo: si se va al banco y se requiere un préstamo de $ 2,000, en el supuesto que lo autoricen, de acuerdo con la TIIE que es del 7 %, el banco tendría que cobrar un “máximo” de 10 % de interés, al analizar la situación anterior, aquellos $ 200 de interés cobrados no logran recuperar el costo operativo de ese crédito, pero en otro caso si este es de $200,000, el banco sí recupera aquel costo. El ejemplo anterior es muy sencillo, pero resume la esencia del por qué los productos microfinancieros son altos.
Por Adrian Díaz González
Tecnológico de Monterrey en Toluca
Vicepresidente en IMEF Universitario
@adriangober
BIBLIOGRAFÍA
Clavellina Miller, J.L. (enero-febrero, 2013). Crédito bancario y crecimiento económico en México. Economía Informa 378, 14-36.