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De boca en boca

Nos encontramos a menos de un mes para la celebración de los comicios en México, siendo uno de los más icónicos e importantes de la historia reciente del país.

Por primera vez, los ciudadanos nos reuniremos en las urnas en un mes de junio (2) y no de julio, aunado a que la nueva administración entrará en funciones en un mes de octubre (1) y no de diciembre; esto, en función de las reformas electorales de 2014. En cuanto a la cantidad de cargos públicos, se renovarán más de 20K, destacando el poder ejecutivo federal y el poder legislativo federal (en su totalidad).

Desde una opinión subjetiva, si bien la política y la economía no deberían estar interconectadas, natural e inherentemente lo están, pues la primera establece el conjunto de normas para que, en función de ellas, la sociedad, y, por consiguiente, la segunda opere; esta última distribuyendo los recursos y promoviendo la generación de riqueza.

En ese sentido, resulta primordial que el elector no sólo compare a conciencia las propuestas económicas de los candidatos, sino también realice un análisis retrospectivo del entorno económico y no dejarse llevar por las apariencias.

Hablemos de estas últimas.


Culturalmente, los mexicanos suelen «medir» la estabilidad económica a partir de 2 variables: el tipo de cambio y los cambios de los precios relativos (visto común y equivocadamente como inflación). Es decir, la economía se encuentra «sana», ya sea si la cotización del dólar estadounidense baja y/o los niveles generales de precios descienden, y, está «enferma» si el dólar estadounidense está por los cielos y/o la inflación aumenta.

Partiendo de la lógica anterior, la paridad cambiaria USDMXN, por encima de la tasa inflacionaria, está jugando el papel protagónico, pues pese a que, en el último mes ha perdido terreno y que registra una depreciación acumulada anual del orden de 0.50%, se sitúa en niveles no vistos desde diciembre de 2015 (MXN$ 17.0042, al 3 de mayo de 2024). Sin embargo, cuando extrapolamos los datos más recientes (marzo de 2024) con respecto a los precios promedio de la canasta básica alimentaria actuales y de hace 9 años, nos encontramos con que hoy se necesitan US$ 53.42 más para comprar una, significando un incremento de 64.77% (Tabla 1).

¿Quiere un ejemplo aún más práctico? Mientras que, en diciembre de 2015, se necesitaban 74 centavos de dólar estadounidense para comprar 1 kilogramo de tortilla de maíz (MXN$ 12.60), en marzo de 2024 se necesitó un poco más de US$ 1.36 (MXN$ 22.90), una pérdida cambiaria de 83.78%.


Ahora bien, si comparamos el incremento del precio de la canasta básica alimentaria durante los primeros 5 años de gobierno, junto con el tipo de cambio USDMXN desde 1994 al 2024, en efecto, en la última administración se ha registrado la mayor apreciación de la moneda local, de 2.73%; sin embargo, es la segunda con el incremento más álgido en el precio de la canasta básica, de 7.55% (Gráfica 1).


Indiscutiblemente, la economía mexicana ha mostrado un gran desempeño en los últimos años, tan sólo en el último año, en términos del Producto Interno Bruto (PIB), se expandió por encima del promedio histórico de los U30A, 3.23% contra 2.04%, batiendo por segunda vez consecutiva las estimaciones de los analistas. En cuanto a la recuperación postpandemia, al 4T23, se registra un avance de 6.53%, impulsado principalmente por el sector secundario.

En ese sentido, si bien el Producto Interno Bruto per cápita ha ido reduciendo su gap con respecto al PIB con el paso del tiempo, al término de 2023, con MXN$ 190,655, no ha logrado superar el máximo histórico de 2018, registrando un diferencial de -0.64% (Gráfica 2).


Cuando se contrasta el desempeño de ambas variables, bajo la misma base comparativa que la Gráfica 1, visualizamos que en el gobierno actual se apunta el desempeño más bajo; para el PIB, de 0.82% A/A, y, para el PIB per cápita, de 0.01% A/A (Gráfica 3).


Otra de las métricas que los gobernantes de todo el mundo presumen es la gestión de la deuda pública total. Antes de comenzar con un pequeño pero profundo análisis de ésta para el caso nacional es importante hacerle mención mi pensar sobre ella que, como tal, que crezca o se reduzca, no es bueno ni malo, todo depende de cómo se financie y cómo se use.

Explicado esto, bajo la misma base de comparación utilizada anteriormente, el monto ha tendido a expandirse anualmente en el orden de 15.48% (impulsada preponderantemente por componente interno), al tiempo que la relación entre la productividad nacional y ésta ha oscilado en una media de 15.44% (Gráfica 4).


Es un hecho que en la presente administración se ha ralentizado considerablemente el crecimiento de la deuda frente a otros sexenios, en especial, la interna (10.48% frente a una media de 15.37%); no obstante, contrario al discurso sobre una presunta reducción, la externa ha continuado creciendo (4.36%), aunado a que se ha elevado considerablemente su proporción con respecto al PIB, alcanzando el 37.35% (Tabla 2).

Desde nuestra postura civil, debemos tomarnos la libertad de evaluar y cuestionar en todo momento los resultados de los gobiernos, pues, al final del día, los servidores públicos, como su nombre lo dice, deben servirnos a nosotros como los decididores de éstos.

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  1. en respuesta a Laramonica
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    Top 10
    #2
    14/05/24 09:24
    ¡Hola, @laramonica!

    Muchísimas gracias por leerme.
  2. #1
    07/05/24 13:41
    Datos muy interesantes. Muchas gracias