Pasa el tiempo y cada vez más gente joven en México (de entre 18 y 29 años) tiene en mente que su futuro económico es una asignatura importante, esto es dado a conocer por diversos estudios; nada menos hubo uno último a nivel nacional cuyo resultado fue publicado en el cuarto trimestre de 2012, además esto es una tendencia que se ha observado que ha venido a la alza en los últimos años.
A simple lectura, este dato podría no parecer relevante, pero lo es porque viene acompañado de un elemento muy significativo expresado por los consultados: esa joven población ahora manifiesta que para mejorar su futuro financiero es mandatorio esforzarse para ello, es decir, hoy en día una parte importante de mexicanos están conscientes de que si se esfuerzan más podrían alcanzar mayores beneficios económicos. Esto es un gran avance en cuanto a cambio de mentalidad se refiere.
A pesar de las crisis, nuestra actual población en edad productiva es más optimista y reflexiva de que en la medida que “desarrolle méritos y habilidades” alcanzaría bienes materiales, este es el pensamiento de 73% de mujeres, 82% de los universitarios y 78% de los jóvenes; solamente un 30% piensa que si les va mal será por causa de factores externos y mencionaron a la administración del presidente Enrique Peña Nieto como principal “culpable” potencial.
Estas opiniones son interesantes porque la mayoría de la gente comienza a echar menos culpas a factores externos por lo que no están haciendo ellos mismos, ello podría convertirlos en agentes más activos si también lo acompañan de acciones y toma de decisiones. De este modo podrían encontrar áreas de oportunidad en momentos de inevitables crisis económicas, pero digo podrían por lo siguiente:
Lo primero que se debe hacer para atraer prosperidad es cambiar la mentalidad. Si bien se ha notado que cada vez son más las personas que manifiestan inquietudes emprendedoras, el solo desearlo no es suficiente para que nazca un empresario, es decir, hay que echar abajo el viejo cliché de “querer es poder” o el clásico “sí se puede”, ejemplo: si quiero pilotear un avión o conducir un auto ¿con sólo desearlo ya podré hacerlo? ¿no verdad? es necesario tener un entrenamiento, tal vez ciertos estudios, etcétera; es decir, requeriría de conocimientos que deben ser prácticos. La cultura emprendedora se nutre en primer lugar de cambios en la mente para que quien tenga la meta de autoemplearse en verdad lo logre.
Una idea del pasado que también es necesario erradicar consiste en dejar de ser un jefe, de esos ya están llenas las empresas con estructuras organizacionales anticuadas. Ahora hay que anhelar convertirse (léase transformarse) en un líder. Actualmente podemos ver que al frente de los equipos de trabajo hay personas con conocimientos que no fueron convertidos en aprendizajes. El líder analiza, planea, toma decisiones, arriesga y explota las cualidades de cada persona que tiene a su cargo haciéndolas complementarias entre sí; en cada una de esas circunstancias aplica conocimientos, surgiendo así un aprendizaje que transmite a su equipo de trabajo.
Otro molde del pasado que hay que echar a la basura es que si se sigue pensando como empleado todo se viene abajo a pesar de que se cuente con vastos conocimientos, así será difícil hacer prosperar cualquier empresa. ¿Y qué significa seguir pensando como un empleado? se ha observado que los emprendedores que se transformaron en exitosos empresarios no tuvieron jamás en la mente la idea de que la empresa les debe algo, en su lugar ellos siempre piensan “¿qué puedo yo hacer por la empresa?” Más que una frase repetida en múltiples discursos, esto constituye una actitud que puede trasladarse al ámbito personal para adoptarla como un estilo de vida, por ejemplo ¿qué puedo hacer yo por mi familia? ¿por mis amigos? ¿por mis hijos? en vez de pensar que ellos me deben algo a mí.
Del punto anterior deriva otro: para lograr hacer algo en beneficios de la empresa, la familia, la comunidad, etcétera, se requiere creatividad. Cuando alguien tiene el sueño de autoemplearse necesita ser creativo para encontrar o crear oportunidades de negocio, aumentar ingresos con promociones, hacer campañas de fidelización, optimizar recursos humanos, recursos materiales, etcétera. Por lo regular un empleado se limita a obedecer y permanecer en la zona de confort que le proporciona tener un salario fijo semanal, quincenal o mensual, sin tener que involucrarse en ese tipo de “problemas extra por los cuales no será remunerado”.
Otro concepto que es primo hermano de la zona de confort es
esperar “vivir” de la pensión, de la
Afore. En 2012 para obtener un peso de ese fondo de retiro, previamente se tuvieron que haber ahorrado 200 pesos. Así las cosas ¿la relación 200 x 1 ya no luce atractiva verdad? Además en los años por venir los precios de los alimentos y los servicios irán en aumento, así que si alguien pretende “vivir” de su pensión es mejor que vaya mentalizándose que con ese dinero medio vivirá o sobrevivirá en pésimas condiciones. Para este caso en concreto, sería mejor ahorrarse unos 50 o 60 mil pesos, invertirlos en bolsa de valores y dejarlos ahí por unos 20 años por lo menos para obtener un mejor rendimiento que valga la pena para la vejez.
Por último dos cosas más:
- “Quien no arriesga no gana”, hay que salir de la zona de confort y correr riesgos, planear y ¡dar el paso!, no hay más. Muchas buenas ideas se quedan en el intento por temor al fracaso y a perder el dinero que se tiene en el bolsillo, debajo del colchón o en una cuenta de banco. Dinero que no genera dinero no sirve de nada.
- Todo tiene un precio: si quieres lo que pocos tienen debes estar dispuesto a pagar el costo, el cual podría ser pasar menos tiempo con la familia, dormir poco, endeudarte, etcétera. Estas carencias sólo deben presentarse al inicio del negocio, luego se debe adquirir habilidad para delegar y cuando eso ocurra vendrá la recompensa y entonces ya podrás darte tiempo para actividades familiares. Recuerda que todo inicio siempre es difícil.